Italia es el productor y consumidor más grande del mundo en materia vitícola. Cuenta actualmente con más de 200 zonas de denominazione di origine controllata (DOC) en sus 20 regiones administrativas. La legislación italiana es de reciente creación, en 1963 tiene sus raíces, en aquel entonces se establecieron las bases de las denominaciones de origen, sistema similar al de Francia. En 1984 se instrumenta la regulación de las DOCG, denominazione di origine controllata e garantita, la cual significa la absoluta garantía de la calidad superior del vino, certificado a través de un panel catador gubernamental y de un reglamento más estricto. El paso definitivo se da en 1992, con la ley Goria, así llamada por el apellido del ministro responsable de su promulgación. Establece una pirámide de calidad, en la base se encuentran vino da tavola, vino de mesa, no menciona ni la variedad de uva ni la zona de producción. La categoría siguiente son los vinos de indicazione geográfica típica, procede de un lugar determinado y en la etiqueta puede figurar el nombre de la variedad. Posteriormente siguen las denominaciones DOC y DOCG a las cuales se les permite utilizar en la etiqueta los nombres de los viñedos, municipios o bodega productora. Prevé la posibilidad de suprimir DOC infrautilizadas y de promover a rango de DOCG las DOC que tengan más éxito.

Entre sus cerca de 25 zonas clasificadas como DOC y DOCG, y sus múltiples super

vini da tavola, vinos que no cumplen con el reglamento de la denominación y son clasificados como vinos de mesa, Toscana es la región vitícola más renombrada de Italia en cuanto a calidad. Desde la década de los 80 la región se ha convertido en la punta de lanza de la innovación vitícola de Italia. El primer impulso de esta renovación lo dio la principal zona de denominación de chianti, la Chianti Classico, seguida por la pequeña denominación de Chianti Rufina. En el proceso de elaboración casi ha desaparecido la práctica del governo: adición de uvas secas, o de mosto, después de la primera fermentación, a fin de provocar una segundafermentación y obtener un vino menos tánico, para ser bebido antes.

Una de las mejores variedades tintas autóctona es la Sangiovese, que constituye la base del Chianti Classico, el Brunello di Montalcino y el Nobile di Montepulciano. De las importadas, las que mejor se desarrollan son la cabernet sauvignon, la merlot y la syrah. Varios críticos aseguran que Italia central no es la zona adecuada para producir vinos blancos de primera calidad. En la zona del Chianti también tienen representación las variedades autóctonas canaiolo nero, malvasía nera y colorino. Los vinos blancos aceptables se obtienen de las variedades: greco, grechetto y vermentino.