Por supuesto que la Rioja es la zona más afamada, prestigiada y reconocida de España, sin embargo ante la llegada al mercado internacional de los nuevos países productores de vino, ha ido poco a poco transformando la gama de productos que produce y que podemos clasificar como vinos de estilo Tradicional, para aplicar el término utilizado en la cata, ubicamos a todos aquellos productos que han seguido las técnicas de elaboración implementadas desde mediados del siglo veinte, y

que buscan lograr entre madera y acidez un equilibrio pero que con el paso del tiempo nos queda principalmente en boca la distintiva acidez llamemos “riojana” y ese típico aroma de frutos rojos maduros con notas especiadas a la nariz. Vinos por

supuesto muy comerciales y fáciles de beber. Los Renovados o modernos, la principal diferencia es que rompen con la escuela tradicional de elaboración al aplicar tecnología de punta combinada por supuesto con el aspecto artesanal en el proceso, desde la selección y cuidados intensivos en los viñedos, o bien llevar a cabo la fermentación alcohólica por maceración carbónica: que consiste en encubar racimos enteros en depósitos de fermentación especialmente diseñados para este fin; otra diferencia es que la fermentación maloláctica se lleva a cabo en madera, generalmente barricas de 225 litros para suavizar el impacto de esa acidez viva y refrescante por una acidez untuosa y gratamente estructurada; en muchas ocasiones ya no se filtran y por supuesto que utilizan principalmente barricas nuevas o de segundo año a lo sumo en su proceso de crianza o envejecimiento.

El roble ha sido utilizado por generaciones en la elaboración de barricas por las propiedades que aporta al vino y su capacidad de conservación, los géneros más empleados en barricas son Quercus Rubur, Quercus Petraea procedente del centro de Francia y otra de las especies más utilizadas en

barricas de vino es el roble americano que utiliza la especie Quercus Alba. La madera del roble crea una evolución notable en el vino, la entrada de oxígeno transforma los polifenoles del vino, aportando sustancias aromáticas y gustativas. La textura de un vino es uno de los aspectos más reveladores del envejecimiento en roble; el sabor voluminoso, suave, sedoso o afelpado de un vino puede depender del tipo de roble en el que fue fermentado o envejecido.

Ambos tipos de robles son aptos para la elaboración del vino, sin embargo, ofrecen algunas diferencias que pueden ser significativas en función del vino que se pretende hacer, tanto por sus cualidades físicas como por las sustancias que pueden aportar al vino. En este sentido el roble americano es más compacto y ofrece mayor densidad, resistencia y rigidez que el europeo, siendo ideal para el almacenamiento y transporte. Por su parte el europeo ofrece mayor permeabilidad y porosidad, lo que permite una mejor microoxigenación y evolución del vino. En cuanto a los taninos, la madera americana aporta taninos mayoritariamente Gálicos que son menos 'dulces' y más rugosos o ásperos. Mientras los europeos aportan taninos Elágicos, más dulces y con una astringencia más suave. A grandes rasgos, el roble americano aporta pocos taninos y notas de coco, cacao, café, vainilla y sabores  "dulzones". El roble francés cede más taninos y se destacan los frutos secos, miel, tabaco, especias y balsámicos, lo anterior se ve condicionado y modificado por el tipo de "curado", también influye en gran medida el tipo de "tostado" interno de la barrica. produce cambios químicos en la madera acorde al "grado de tostado".

La bodega Asensio Benito a utilizado barricas de Roble americano y francés en el añejamiento de sus vinos por ello plasma en sus etiquetas la imagen de un roble que le ha dado tanta clase a sus vinos